Ejercicios recomendados en el síndrome del dolor patelofemoral

El síndrome patelofemoral constituye una de las causas más comunes de dolor de rodilla en pacientes activos, deriva­do principalmente de alteraciones en el desplazamiento de la rótula (patela) por la parte anterior de la rodilla en relación con los movimientos articulares. Este síndrome cursa básicamen­te con dolor en la región frontal de una o ambas rodillas, espe­cialmente después de un ejercicio físico o tras permanecer largos periodos de tiempo en sedestación. Ocasionalmente, algunos pacientes refieren la presencia de una leve inflama­ción asociada y la sensación de que sus rodillas se bloquean o que son inestables.

La causa exacta de este síndrome es desconocida, siendo considerado un problema relacionado con el sobreuso y/o sobrecarga funcional, es decir, relacionado con una actividad intensa en un corto periodo de tiempo. Existen otros factores de riesgo asociados al desarrollo de este cuadro clínico, inclu­yendo una debilidad muscular o una flexibilidad disminuida en los músculos de la cadera y muslo, una mala alineación ósea de las extremidades inferiores o una combinación de varios factores.

El primer paso para tratar las dolencias que acompañan a este síndrome es reducir el dolor y la inflamación asociada al mismo. Puede colocarse una bolsa de hielo sobre las rodillas durante 15 a 20 minutos cada hora, especialmente después del ejercicio físico o cuando la rodilla duela. Esto puede ayudar a aliviar el dolor y acelerar la recuperación clínica del paciente.

Los antiinflamatorios, siempre y cuando no haya una contraindicación médica, pueden ser útiles para reducir el dolor y la sensación de inflamación referida por el pacien­te. Una vez el dolor ha mejorado, se puede comenzar un programa específico de ejercicios dirigidos a estirar y potenciar la musculatura implicada, con el objetivo principal de disminuir la sintomatología dolorosa y prevenir la aparición de posibles recurrencias clínicas.

Este síndrome cursa básicamente con dolor en la región frontal de una o ambas rodillas, especialmente después de un ejercicio físico o tras permanecer largos periodos de tiempo en sedestación.

Es preciso evitar aquellas actividades físicas que determinen una presión excesiva o repetitiva sobre las rodillas, como correr o saltar, recurriendo a otros ejercicios denominados de bajo impacto, como por ejemplo nadar. A medida que el estado clínico de las rodillas mejore, puede volver a practicar sus deportes preferidos, siempre y cuando lo haga de forma lenta, incrementando progresivamente el tiempo dedicado a dicha actividad, aproximadamente un 20% más de intensidad cada semana.

Puede realizar los ejercicios que a continuación se proponen, cada uno de los cuales puede durar unos pocos minutos, al menos 2 veces al día, especialmente al inicio del cuadro clínico. En presencia de dolor intenso al realizar alguno de estos ejercicios, debe consultar con su médico la idoneidad o no del mismo, ya que puede ocurrir que alguno de ellos no esté especialmente indicado para usted, o sea preciso realizar algún tipo de modificación.

Se muestran a continuación algunos ejercicios que pueden ser adecuados para mejorar la situación clínica de las rodillas. Una vez realizado el ejercicio, debe volver a la posición de partida y realizar el mismo gesto con la pierna contraria, de manera que ambas rodillas se beneficien de estos ejercicios.

EJERCICIO 1 – Tonificación muscular del cuádriceps (contracción muscular isométrica). Tumbado boca arriba con los codos apoyados en el suelo, con una rodilla flexionada y la otra completamente extendida. En esta posición, estire al máximo la rodilla como si quisiera pegarla en su totalidad en el suelo, manteniendo la postura durante 10-15 segundos. Pasado ese tiempo relájese y repita el ejercicio 10 veces.

EJERCICIO 2 – Tonificación muscular del cuádriceps. Tum­bado boca arriba con los codos apoyados en el suelo, con una rodilla flexionada y la otra extendida. Levante la pierna estirada separándola sólo unos centímetros del suelo, y man­tenga la posición durante 10-15 segundos. Baje lentamente la pierna hasta el suelo y repita el ejercicio 10 veces.

EJERCICIO 3 – Estiramiento de la cintilla iliotibial y la muscu­latura glútea. Sentado en el suelo como se muestra en el dibu­jo, gire el tronco hacia la derecha y utilice el brazo izquierdo para empujar progresivamente la rodilla derecha hacia dentro, mientras siente una sensación de estiramiento en la región glútea y en la parte externa del muslo derecho. Mantenga la posición 10-15 segundos y relájese. Repita el ejercicio 10 veces.

EJERCICIO 4 – Estiramiento de la cintilla iliotibial. De pie, cruce la pierna derecha por delante de la izquierda y gira el tronco hacia la derecha, manteniendo las manos juntas y dirigidas hacia el suelo. Debe sentir una sensación de esti­ramiento en la parte externa del muslo izquierdo. Mantenga la posición 10-15 segundos y relájese, repitiendo el ejercicio 10 veces.

Es importante tener paciencia a la hora de realizar este programa de ejercicios, pues lo habitual es que el dolor no mejore de la noche a la mañana (...)

EJERCICIO 5 – Estiramiento de la musculatura poplítea (parte posterior de la rodilla). De pie, doble la rodilla izquierda y agarre el muslo con las 2 manos para mantenerlo estable. Estire lentamente la rodilla hasta notar una sensación de tiran­tez no dolorosa en la región posterior de la rodilla. Mantenga la posición 10-15 segundos, descanse brevemente y repita el ejercicio 10 veces.

A medida que mejore la situación clínica y funcional de las rodillas, puede incrementarse el nivel de intensidad del ejercicio realizado, ya sea forzando un poco más la posición, aumentando el tiempo de esfuerzo o haciendo un mayor número de repeticiones de cada ejercicio.

EJERCICIO 6 – Estiramiento del músculo abductor de la cadera. Sentado a una cierta altura, coloque una pelota resis­tente entre las rodillas (puede utilizar sus manos o puños para hacer resistencia). Realice una fuerte presión con las rodillas durante 10-15 segundos y después relájese. Repita el ejerci­cio 10 veces.


EJERCICIO 7 – Estiramiento del músculo abductor de la cadera. Apóyese sobre una de sus piernas, con la planta del pie en contacto con el suelo y la rodilla ligeramente flexionada. Mantenga la posición 10-15 segundos y baje el pie elevado al suelo para descansar. Repita el ejercicio 10 veces.


EJERCICIO 8 – Estiramiento de cadera y glúteo. Colóque­se como muestra el dibujo, con la pierna izquierda sobre la derecha y las manos apoyadas en la rodilla izquierda. Lleve lentamente la rodilla hacia el cuerpo mientras mantiene la espalda recta. Mantenga la posición 10-15 segundos y repita el ejercicio 10 veces.


EJERCICIO 9 – Estiramiento de la musculatura gemelar. Póngase frente a una pared con ambos pies apoyados en el suelo, y una pierna más adelantada que la otra. Desde esta posición, aproxímese lo más posible a la pared, sin despegar los pies del suelo, notando cierta tirantez no dolorosa en la región gemelar de la pierna más retrasada. Mantenga la posi­ción 10-15 segundos y repita el ejercicio 10 veces.

A medida que mejore la situación clínica y funcional de las rodillas, puede incrementar el nivel de intensidad del ejercicio realizado, ya sea forzando un poco más la posición, aumen­tando el tiempo de esfuerzo o haciendo un mayor número de repeticiones de cada ejercicio.

Es importante tener paciencia a la hora de realizar este programa de ejercicios, pues lo habitual es que el dolor no mejore de la noche a la mañana, siendo necesario con frecuencia que transcurran algunas semanas o meses antes de que la situa­ción de la rodilla mejore. Cuando esto ocurra, las posibilida­des de sufrir nuevamente este cuadro clínico serán menores, aunque no debe olvidar que todo incremento en el nivel de actividad física deber ser progresivo y adecuado a su situa­ción funcional de base.

Articulo extraido de la revista:


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